El otro día cenando con un buen amigo nos pasamos horas y horas hablando (sí, horas y horas). En una de esas conversaciones se produjo algo inesperado para mi: me di cuenta de que una frase que alguien me había dicho hace tiempo, una frase que me había marcado y que seguro que había cambiado el transcurso de muchas cosas en mi vida… esa frase… el que me la había dicho… la había dicho porque él la necesitaba, no porque yo la necesitaba.
Pero lo cierto es que esa frase me sirvió, así que ¿qué más da ahora cómo apareció esa frase en mi vida? A la persona que me la dijo, le sigo estando igual de agradecida.
La frase
«Proyéctate en el futuro, ¿dónde te gustaría estar dentro de 2 años?» Esa frase sirve para muchas cosas. ¿Estás haciendo cosas para llegar ahí dónde querrías estar dentro de 2 años? Si no, ¿por qué no? Si sí, ¿las suficientes? Es como aquello de mirarte al espejo por las mañanas y si no te gusta lo que ves, durante muchos días seguidos, preocuparse. ¿A qué esperas para cambiar lo que ves? Pues eso.
Entre otras muchas cosas, esta frase también sirve para «torturarte» porque no sabes responder a la pregunta. Porque no te proyectas, porque simplemente no sabes qué elegir. Esta frase es como una especie de camino para mi, algo que me orienta, nunca algo que me obsesiona (creo).
Poder elegir
Tener la oportunidad de elegir es un gran peligro… No saber qué elegir cuando puedes elegir absolutamente cualquier cosa… puede hacer mucho daño.
Al día siguiente de tener esta conversación con mi amigo, al entrar en twitter, vi este tweet (¡coincidencia!):
Most of us are terrible at predicting what will make us happy. Diener, E, (1984) #coaching (@Yoriento)
Lo que nos hace felices
¿Y cuando ya has conseguido todo lo que te habías propuesto, qué?? Gran pregunta. A la que me respondo:
- ¿Cuándo ya has conseguido todo lo que te habías propuesto a nivel material o a otros niveles? Porque lo primero vale pero, lo segundo… ¿es posible? mmmm Bueno, yo digo que no 😛
- ¿Cómo determina uno si ya es como le gustaría ser o si ya está donde le gustaría estar? ¿Realmente no cambia la imagen/ proyección que nos hacemos de nosotros mismos?
- ¿Qué pasa cuando nada es suficiente?
Esta última preguntame me toca de manera especial. Nunca nada es suficiente. Siempre persiguiendo el reto para ser feliz, una vez alcanzado… «la normalidad» parece no ser nunca ser suficiente para «mantener» esa felicidad. Sin embargo, he aquí otro gran hallazgo reciente (creo que lo es): a veces lo único que falta para ser feliz es darse cuenta de que no falta nada más.